26 de junio de 2024

Cantó, vendió su libro e hizo caso omiso a la escalada del dólar: el estilo Milei

«Hice esto porque quería cantar», admitió Milei en su polémico show de $10.000.000 millones en el estadio Luna Park.

milei luna park

Hacer caso omiso a sus obligaciones es parte de su estilo. Interés nulo en los conflictos que atraviesan múltiples sectores en Misiones y otros puntos del país, la escalada del dólar y básicamente desconocer la gestión son características del estilo Milei.

Desinterés por lo público e interés por lo privado – financiado por lo público – podrían ser los modos que caractericen estos cinco meses de gobierno libertario.

Viajes fuera del país con agenda desconocida pues carecen de objetivo oficial, costos altos sin justificación oficial. La desconexión con las provincias como si verdaderamente no fueran parte del país impulsando un modelo unitario feroz, y el extremo, el baile sobre las brasas.

Milei baila sobre una Argentina que atraviesa complicaciones superlativas, con 3 millones nuevos de pobres en lo que va su gestión. El presidente celebra, festeja, se muestra dueño de un triunfo épico y no sólo eso, gasta. El «No hay plata» no le aplica, solo al resto de los mortales que día a día deben levantarse, asistir a sus trabajos, cumplir con sus funciones y estirar el sueldo hasta lo imposible.

En el caso de Milei, faltar al trabajo, no cumplir con las funciones y gozar de sueldos infinitos le es un permiso exclusivo y no pareciera preocuparle. «Hice esto porque quería cantar», admitió Milei en su polémico show de $10.000.000 millones en el estadio Luna Park.

El discurso de Milei en el Luna Park

Luego de cantar la canción de La Renga, se dedicó a repasar la estructura del libro que quería publicitar explicando capítulo a capítulo el contenido. Además adelantó que trabaja en el próximo que «tiene la solución» para los problemas de Argentina.

Durante la exposición del libertario, su gente cantó «Se va presa, Cristina (Kirchner) se va presa», Milei expresó: «Les puedo asegurar que los acompañaría cantando, pero violaría la independencia de los poderes. ¿No les parece que ya tengo bastantes quilombos?«.

Pese a ser el jefe de Estado volvió a apuntar contra «el maldito Estado» del que saca tajada y generosa desde hace tiempo. Indicó que «Si aparece el Estado interfiriendo sobre la propiedad privada eso genera un ruido en el precio y por ende el mercado se descoordina y por eso las cosas empiezan a funcionar mal», todo esto como si los argentinos no estuviesen atravesando el libre albedrío de obras sociales, prepagas y supermercados en que el Estado no interfiere de forma alguna y el ruido abruma.

Aprovechó también la oportunidad para atacar al feminismo e ir por el aborto. Rememoró las enseñanzas de una religión de la que no es parte, «El libro del Éxodo», y la usó para referirse a la interrupción legal y voluntaria del embarazo como parte de una agenda asesina.

Y a modo de cierre enfatizó su estilo. Gestión cero, ajustes por mil: «Como al doctor Sturzenegger y a mi, las cosas a medias no nos gustan. Vamos a hacer 4000 reformas estructurales, y cuando terminemos estas, van 3000 más».