Vieja. ¡¡¡Gol de Racing!!! le decía el Tata a la abuela, que hacía un alto en el galponcito del fondo para atender ese mensaje apasionado que supo añejarse en la figura de cabello engominado de Alberto Ohaco el ídolo académico de los albores que lo enamoró cuando purrete enmarcado en una figurita ovalada.
Aunque fui cautivado por un flaco uruguayo que con una chilena de verano sentenció mi simpatía, crecí queriendo a Racing como designio familiar. Es que el Tata te llevaba a eso por su devoción inquebrantable en la que convivían el sufrimiento y la fidelidad.
Cuando fuimos contemporáneos no abundaban los momentos de gloria, pero si el coloquio que era un hermoso pretexto para hablar de su Racing. Estaban en primer plano sin un orden cronológico el tricampeonato del 51 y el golazo del Atómico Boyé en el desempate ante Banfield, el glorioso equipo de José y la versión certificada del lugar exacto en el que la radio a transistores voló por los aires cuando la Acadé se apoderó del mundo al vencer al Celtic con un golazo del Chango Cárdenas que el arquero escocés Ronnie Simpson todavía está intentando desviar en cada reproducción de youtube.
Esos relatos precisos de los hitos académicos que para mí eran un deleite por como los describía y para él, seguramente, detallar esos acontecimientos del pasado se convertían en un atenuante en los tiempos espinosos. Así el descenso del 83 y el gol de Néstor Sicher para volver a primera en el 85 mezclaban sentimientos con la corrida de Catalán en la supercopa del 88 que guardó en las retinas su último delirio racinguista porque al título del 2001 pudo disfrutarlo tímidamente.
Este sábado cuando Racing se quedó con la sudamericana se hizo un silencio. No pude eludir la imagen del Tata apoltronado ante el Telefunken dispuesto a ver a Racing con el estandarte de la resistencia a cuestas por las largas esperas que eran parte de su liturgia.
Por eso cuando terminó en Asunción, me permití colarme en festejos de colores ajenos porque lo encontré en las tribunas y porque vi al Tata saltando entre las nubes celestes y blancas de la eternidad.
Vieja, Racing ganó la sudamericana.
Autor: Leo Furlàn