Durante la marcha habitual de los miércoles de los jubilados, donde fueron acompañados por hinchas de más de 20 clubes del país, el gobierno nacional y más precisamente el ministerio de Seguridad que encabeza Patricia Bullrich montó un operativo represivo a la manifestación popular, derecho presente en la Constitución Nacional Argentina.
Desde las 17h lo que era una manifestación en favor de los jubilados cuya mínima mensual hoy ronda los $300.000 pesos y les fuera retirado el acceso gratuito a la medicación, se convirtió en un operativo represivo por parte de las fuerzas del Estado.
Con violencia avanzaron sobre las personas de todas las edades y con gases lacrimógenos y balas de goma buscaron disipar el reclamo. Incluso, alegando violencia de parte de los manifestantes por quema de un patrullero – que está documentado fotográficamente que los mismos policías «abandonaron» – duplicaron esfuerzos y violencia.
Escandaloso fue el operativo policial comandado que terminó con más de una centena de detenidos sin motivo aparente que fueron ya liberados por la jueza Karina Andrade que entendió que «tampoco se lograba informar con relación a qué delito específico se estaba convalidando» la detención y con heridos de gravedad; Pablo Grillo, fotoperiodista que fue agredido por los efectivos con un impacto a corta distancia de bala de goma que le abrió literalmente el cráneo. El trabajador se encuentra internado con pronóstico reservado.
Tras los graves incidentes y declaraciones de Patricia Bullrich que afirmó que «estamos ganando», frase inusual e inexplicable de utilizar en el marco de la historia argentina, la sociedad salió a las calles y en pocas horas copó avenidas llegando hasta el obelisco y Plaza de Mayo en una manifestación de repudio, donde volvieron a sonar cacerolas, que pedía la renuncia de la ministra de Seguridad del gobierno de Javier Milei.
