“Es una especie de estado de sitio dentro del Congreso. No ocurrió nunca antes”. De esa manera, un viejo empleado parlamentario evaluó la resolución 11/24 firmada, este miércoles por los titulares de ambas cámaras, Martín Menem y Victoria Villarruel, sobre la jornada de apertura de sesiones ordinarias.
El texto de tres páginas virtualmente le entrega la seguridad interna a la Policía Federal y no, como ha sido habitual, a los empleados de seguridad del propio Congreso.
Además, prohíbe que los empleados circulen por el edificio, incluyendo a los de Mayordomía y Maestranza, impide que nadie acceda al recinto, mucho menos al estrado y tampoco los empleados pueden ubicarse en los palcos. Ni siquiera los periodistas están habilitados a moverse libremente: deben ubicarse en un corralito. El texto tiene un fuerte olor a disciplina militar o tal vez responda a aquellas manías de Javier Milei quien se quejaba por el ruido en los estudios de televisión.
Por supuesto que el personal del Congreso ya está sorprendido -y disgustado- por el cambio de horario. Lo tradicional era que la sesión fuera al mediodía, al finalizar se disponía un asueto, y todos los empleados llegaban a sus casas a primera hora de la tarde. Esta vez no. Convocan a empleados de la mañana, de la tarde y de la noche, seleccionados, con la perspectiva de regresar a sus casas pasada la medianoche. Además, con las restricciones que se precisan en la resolución: solo pueden concurrir los convocados y no pueden moverse por el edificio. Muchos de los que tienen años en el Congreso recuerdan, por ejemplo, que los mandaban a las gradas para ocupar lugares vacíos. Ahora eso pasó a estar estrictamente prohibido.
Fuente: Página 12