La firma de los primeros acuerdos del MERCOSUR prometían una relación diferente entre los países que conforman el bloque. El tránsito de personas, decían, iba a ser fluido, sin tantos controles o al menos, con mecanismos propios para quienes habitan ciudades fronterizas.
Una realidad muy lejana máxime con el aluvión de ciudadanos paraguayos que por estos tiempos cruzan la frontera atraídos mejores precios en los comercios posadeños. Resulta inadmisible que desde los ámbitos responsables, tanto de la Argentina, como de Paraguay, no puedan encontrar algún tipo de solución. Las centenas de reuniones de los “comité de Frontera”, poco aportaron.
Hablaron de un pase único para los habitantes de ambas orillas, hablaron de un control único que fue sólo por unos días y luego, se volvió a esta “normalidad”; largas filas en Posadas, largas filas en Encarnación. Las culpas, caen de un lado al otro: desde Paraguay acusan a Migraciones y Aduanas y lógicamente, desde aquí a las autoridades paraguayas.
Lo cierto es que las filas de quiénes deseen cruzar de la vecina orilla hacia Posadas, superan cualquier imaginación, se suceden los reclamos por la lentitud y adelantamientos indebidos. No hace falta agregar el trabajo de los “vivos protegidos” que se llevan hasta 20.000 pesos por “acomodar” el auto e metros del puesto de frontera paraguayo.
Algo habrá que hacer, las administraciones responsables de ambos países están en deuda.
Foto: La voz de Misiones
