En un gesto sorpresivo que conmovió a todos los presentes, el Papa Francisco rompió este domingo su aislamiento médico con una breve pero significativa aparición en la Plaza San Pedro, durante la Jornada del Jubileo de los Enfermos. “Buen domingo a todos. Muchas gracias”, dijo el pontífice con voz débil, ante una multitud que lo recibió entre aplausos, lágrimas y emoción.
La presencia del Papa fue completamente inesperada. Poco antes, había sido leída su intervención escrita durante la misa por el arzobispo Rino Fisichella, sin indicios de que se haría presente. La aparición repentina del pontífice —quien atravesó la plaza en silla de ruedas, acompañado por su enfermero personal y con cánulas de oxígeno visibles en el rostro— generó un “golpe emotivo formidable”, según describieron medios italianos presentes en el lugar.
Francisco salió discretamente desde la Casa de Santa Marta, donde permanece bajo cuidados médicos desde hace dos semanas por recomendación de sus médicos. Antes de llegar a la plaza, entró a la Basílica de San Pedro, se confesó y atravesó la Puerta Santa, uno de los gestos centrales del Año Jubilar.
A pesar de su delicado estado de salud, el Papa lucía animado y sonriente. Su presencia fue recibida como un verdadero “regalo de Dios” por los miles de fieles, entre los que se encontraban personas enfermas, trabajadores sanitarios y voluntarios del ámbito de la salud. Tras su breve intervención, regresó a su residencia en el segundo piso de Santa Marta, donde todo el sector fue adaptado para su atención médica.
Fuente: Ambito