La crisis económica que atraviesa Argentina se refleja con crudeza en los hábitos de consumo. Los centros de compras, otrora espacios de encuentro y movimiento, hoy registran pasillos más vacíos y tickets más modestos. La pérdida del poder adquisitivo, la inflación persistente y la incertidumbre económica marcan el pulso de una retracción que golpea tanto a comerciantes como a familias.
El relevamiento del INDEC confirma la tendencia: en octubre de 2025, las ventas totales a precios constantes alcanzaron 6.909,6 millones de pesos, un 4,7% menos que en el mismo mes del año anterior. La encuesta, realizada sobre 77 centros de compras distribuidos en todo el país, muestra un escenario uniforme de caída, desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hasta la Patagonia.
La contracción no se limita a las cifras: también se percibe en los hogares. Una encuesta del Cenarsecs-UBA reveló que 7 de cada 10 argentinos redujeron sus gastos en los últimos tres meses. El 43% lo hizo de manera significativa, otro 29% con ajustes menores, mientras que apenas un 5% logró incrementarlos. El consumo, convertido en termómetro social, expone el deterioro del poder adquisitivo y la necesidad de replantear prioridades.
En Posadas, la crisis se tradujo en decisiones drásticas. Cuatro empresas locales —Colchones Taurus, Frigorífico El Abasto, Maravilla Regalos y Refrigeraciones Posadas— iniciaron el Procedimiento Preventivo de Crisis ante la Secretaría de Trabajo. La herramienta legal abre una mesa de negociación entre empresas, sindicatos y Estado, buscando sostener cerca de 300 puestos de trabajo y evitar cierres definitivos.
La escena se completa con un trasfondo de incertidumbre: comercios que ajustan, familias que recortan, trabajadores que esperan. En cada dato, en cada voz, se dibuja el mismo paisaje: un país que enfrenta la fragilidad de su consumo y que busca, entre acuerdos y resistencias, sostener la esperanza de continuidad.




