Tras cerrar julio con el mayor incremento mensual desde abril, el tipo de cambio enfrenta un agosto decisivo. En medio de la baja de retenciones y con la incertidumbre electoral como telón de fondo, economistas advierten que la escasez de liquidaciones y el desarme de instrumentos financieros podrían intensificar la presión sobre la cotización.
El dólar mayorista avanzó $90 (7,5%) en julio, mientras que el dólar informal trepó $105 (8,6%), en lo que fue su mayor salto desde diciembre pasado. Las tensiones se agravan por factores múltiples: la reinstauración temporal de retenciones, la caída de tasas de interés, la salida de instrumentos como las LEFIs y la expectativa por la revisión del acuerdo con el FMI.
La reciente decisión del Ejecutivo de reducir las alícuotas del agro —33% a 26% en soja, 12% a 9,5% en maíz, 6,75% a 5% en carnes— busca incentivar la liquidación, aunque analistas plantean dudas sobre su sostenibilidad. También advierten que la política de tasas y el eventual fin del “carry trade” podrían liberar una demanda reprimida de divisas en un contexto electoral.
A este escenario se suma la posibilidad de nuevas divisas para reservas, aunque persiste la preocupación por un freno en la recuperación económica. En la plaza financiera, las proyecciones ubican al dólar oficial en la franja de los $1.270 a $1.320 y al dólar blue con mayores presiones alcistas, en una economía marcada por la volatilidad y el clima preelectoral.