Por la mínima, el equipo sudafricano venció a Nueva Zelanda y se consagró campeón del mundial de rugby celebrado en Francia. 12 a 11 finalizó el marcador y Sudáfrica alzó la copa.
La final tuvo al clásico de potencias como broche de oro de este décimo Mundial de rugby disputado en Francia. En una intensa final los protagonistas dieron un inmenso espectáculo y no se guardaron nada, más allá del bajo goleo los dos finalistas regalaron un partido vibrante con un altísimo nivel de rugby.
Sudáfrica es bicampeón del mundo, su hegemonía se explica por su inmensa cantidad de recambio que le permite ejercer una presión e intensidad física en el juego por momentos abrumadora para sus rivales, incluso también para Nueva Zelanda que estuvo muy cerca y gozó sus oportunidades de poder gritar campeón en la noche de París.

En un encuentro disputado metro a metro, fue Sudáfrica el que sacó ventajas a través del pie de Pollard, él experimentado apertura se ganó el puesto en la final y fue una garantía con el pie a la hora de cobrar infracciones y presionar con la patada precisa y el juego frontal para su equipo.
Los neozelandeses jugaron casi todo el encuentro con un hombre menos por la tarjeta roja de su capitán Kane, por un golpe antirreglamentario. El juego intenso llevo por momentos al desborde y al punto límite , en un juego con pocos penales pero con muchas tarjetas (4) amarillas para una final de Mundial.
Los All Blacks lucharon y tal vez merecieron gritar campeón al sobreponerse al hombre de menos y emparejar el partido que se presentaba desfavorable, un enorme coraje y empuje que fue detenido por la pared y fortaleza física sudafricana. Beauden Barrret marcó el único try del partido en el mejor momento de Nueva Zelanda en el segundo tiempo, pero la presión no alcanzó y Sudáfrica defendió con coraje la ventaja.
Con el ala Pieter-Steph du Toit como bandera (¡convirtió 28 tackles!) y el medio scrum Faf de Klerk como brújula y termómetro para liderar a sus compañeros, los Springboks hacen historia; gritan bicampeón y sellan para siempre una era de dominio verde en el rugby de naciones.
Foto: El País Uruguay