Luego de varias horas de incertidumbre, el equipo argentino de fútbol de talla baja recibió los honores como campeón del Mundial. Es que el desorden sobrevino cuando a sólo 4 minutos de finalizar el primer tiempo y con un marcador favorable a Argentina – ganaba 3 a 1 sobre Paraguay – en la final, la selección visitante decidió abandonar el juego.
Sin mediar explicaciones racionales, el estadio de Argentinos Juniors pasó de tener tribunas alentando a sus equipos en una final, que se empezó a complicar para los paraguayos que habían abierto marcador y que luego, por faltas, permitió acercarse a Argentina al punto castigo y disparar desde allí, al desmadre completo.
Es que luego de quejas del equipo paraguayo a la terna arbitral por una mano que no consideraron falta pese a la decisión de los que impartían justicia, y porque arrojaron elementos desde la hinchada a uno de sus jugadores, los del país vecino decidieron retirarse a vestuario no sin antes recibir de Brasil y Chile la suficiente «presión» para retirarse de la cancha e iniciar la polémica que culminó esta noche con un Argentina campeón que, pese a los modos, festeja.