La circulación del dengue y las estrategias de prevención continúan siendo un eje de inquietud en Posadas, no sólo por su impacto sanitario, sino también por las prácticas y percepciones que la comunidad sostiene frente a la enfermedad. En ese marco, un estudio conjunto del IESyH‑Conicet, la Unam y la Municipalidad de Posadas analizó cómo piensan y actúan los vecinos ante el dengue. Los resultados fueron presentados ayer en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales.
El trabajo se construyó a partir de datos recogidos en distintos barrios, con la participación de 380 personas mediante 368 cuestionarios psicosociales y 43 entrevistas semiestructuradas. Entre los primeros hallazgos, el 42,7% indicó haber tenido dengue al menos una vez, mientras que el 66,3% afirmó no haberse vacunado contra la enfermedad.
Natalia Amerio, doctora en Ciencias Aplicadas, explicó que el equipo trabaja desde un enfoque multidisciplinario y que los datos presentados corresponden a una actualización ampliada gracias al trabajo territorial. Señaló que las encuestas y entrevistas permitieron profundizar en percepciones y prácticas distribuidas en diferentes barrios de la ciudad.
El análisis del porcentaje de contagio mostró que el 52,2% dijo no haber tenido dengue, frente al 42,7% que sí cursó la enfermedad. Para Amerio, esta distribución refleja la presencia de medidas preventivas activas, aunque aún insuficientes para reducir el riesgo comunitario de manera sostenida.
En cuanto a la vacunación, el 66,3% de las personas relevadas no se vacunó, mientras que el 27,2% sí lo hizo. Entre quienes accedieron a la vacuna, el 28,3% reportó haber tenido dengue: de ese grupo, un 33,3% se vacunó después del primer contagio, y un 71,7% de los vacunados no contrajo la enfermedad. Estos datos, señaló la investigadora, permiten problematizar cuestiones vinculadas al acceso, la percepción de riesgo, la confianza en la vacuna y la continuidad de las prácticas preventivas.
La caracterización poblacional abarcó un rango etario de 16 a 88 años, con mayor concentración entre los 40 y 60. Para el equipo, este abanico resulta clave para comprender cómo se articulan las representaciones sociales y las prácticas preventivas según la edad.
El estudio también registró presencia de todos los niveles educativos: desde un 4,35% sin escolarización hasta un 9,51% con formación universitaria completa. Amerio destacó que esta diversidad permite analizar cómo varía el acceso a la información y la comprensión de las medidas sanitarias según el nivel de formación.
El dato sobre vacunación —66,3% sin acceso— se mantuvo transversal al cruzarse con el nivel educativo. Para la investigadora, este porcentaje puede responder a múltiples factores: falta de información, dificultades de acceso o disponibilidad irregular de la vacuna.
En relación con las acciones municipales reconocidas por los vecinos, el control de larvas y el descacharrado aparecieron como las prácticas más identificadas. La fumigación, en cambio, surgió en menor medida y más asociada a personas que dijeron haberse contagiado. Amerio señaló que la comunidad reconoce como medidas preventivas primarias la limpieza y la higiene, más que el ciclo de vida del vector, y luego la eliminación de criaderos, el uso de repelente y el descacharrado.
El investigador Agustín Villarreal explicó que los datos fueron procesados mediante un programa de psicología social orientado a medir determinantes sociales de la salud, que requiere una base mínima de 368 cuestionarios, condición alcanzada para ejecutar el análisis. A partir de la evocación de cinco palabras, se identificaron recurrencias que alcanzaron un 64% de concurrencia.
El estudio sobre representaciones sociales mostró un núcleo central compuesto por las palabras mosquito, enfermedad, fiebre, fumigación y virus. En la zona de contraste aparecieron limpieza y agua, mientras que en la periferia se ubicaron términos como dolores y basura. El análisis de similitud confirmó al mosquito como eje de las asociaciones, con 22 recurrencias vinculadas a virus, 75 a agua, 54 a limpieza y 84 a enfermedad.
En cifras
380
Personas participaron del relevamiento, mediante 368 cuestionarios psicosociales y 43 entrevistas semiestructuradas.




