Energía de Misiones entregó y colocó los equipos de generación fotovoltaica en cinco chacras ubicadas en pleno monte misionero, en el marco de un programa que lleva luz a entornos rurales de difícil acceso, y que sólo en la segunda mitad del año colocó kits en 50 hogares.
Los cuatro hermanos Cerpa se dedican al cultivo minifundista de tabaco, cría de animales y la producción de autoconsumo. Son descendientes de un pionero que se internó en el monte para procurar la subsistencia de su pequeño núcleo en completo equilibrio con la naturaleza. En Arroyo Grapia cada casa ya tiene colocados tres paneles solares con sus respectivos equipos de baterías, conversores, enchufes y hasta focos de bajo consumo entregados por la empresa eléctrica sin costo. El otro vecino beneficiado es Juan Carlos Lima, también productor que vive con su familia en el Paraje Los Pinares.
Para llegar a las chacras de los Cerpa hay que ingresar desde el Kilómetro 85 de la Ruta provincial 18, en Dos Hermanas, y sortear otros 50 kilómetros de caminos rurales cerrados y sinuosos que penetran el espeso monte misionero. Las largas distancias que los separan de los centros poblados y la especial preservación de núcleos de selva paranaense que rodean las pequeñas chacras caracterizan la realidad cotidiana de estas familias del paraje Arroyo Grapia, que ahora accedieron al servicio de energía eléctrica con paneles solares.
Los 15 niños de estas familias arrancarán el nuevo año con una realidad totalmente distinta a la que conocieron. Es que el acceso a la energía solar les posibilita a sus padres la conservación de alimentos, especialmente de la carne que hasta hace poco convertían en charque o conservaban en grasa. También les facilita la conservación de medicamentos, el acceso a pequeños electrodomésticos como la radio, la televisión o la carga de celulares.
La colocación de los paneles solares y equipos complementarios implica también el acompañamiento técnico posterior de Energía de Misiones para asesorar y resolver eventuales problemas con los implementos, y se inicia mucho antes de la intervención de las cuadrillas: hay un proceso de detección, análisis de la viabilidad, relevamiento de la situación socioeconómica, de la cantidad de niños y niñas que van a acceder a este servicio fundamental y si se encuentran personas discapacitadas en el entorno familiar. En el programa se trabaja codo a codo con el Gobierno de la provincia, ya que muchas veces esta detección la realizan otros organismos del Estado o las propias autoridades provinciales en sus recorridas.
“Es un ida y vuelta. Ellos reciben la energía que les cambia la vida y nosotros volvemos llenos de esa energía emocional por compartir ese momento importante de las familias”, reflexionaron los técnicos encargados de la particular misión.