La Corte Suprema reeligió a Horacio Rosatti al frente del máximo tribunal por tres años más y Carlos Rosenkrantz continuará como vice, como adelantó Ámbito.
En la víspera, había dos opciones que no ofrecían sorpresa, una reelección de Horacio Rosatti por otrosha tres años, o un enroque con el vicepresidente Carlos Rosenkrantz. No se barajaba ningún otro escenario alternativo.
En la Corte se palpita que, tarde o temprano, Ariel Lijo pueda desembarcar en una de las vocalías del máximo tribunal pero se preparan, en simultáneo, para un escenario en el que falten jueces si Maqueda se retira a fin de año, cuando cumpla 75. Eso no quita que la mini gira por Córdoba sea una plaza propicia para desplegar una suerte de operativo clamor para la continuidad del juez decano al que el Gobierno “jubiló” anticipadamente a través de un comunicado.
Para prueba de que no les asusta de que por un tiempo quede una mini Corte, afirman que está aceitado el sistema de sorteo de conjueces entre los 26 presidentes de las Cámaras Federales, quienes están ávidos de intervenir cuando los favorece el bolillero especialmente diseñado para esas lides. Tienen cuatro cámaras filmando desde distintos ángulos todo el procedimiento, indican como señal de transparencia y para diferenciarlo de otros bolilleros.
El otro dato a tener en cuenta tampoco es menor para el Poder Judicial: con dos firmas en sentido positivo se alcanza la mayoría de tres para las decisiones de superintendencia que, en el fondo, son las que interesan a los jueces. Más allá de que ahora la Corte es un cuerpo colegiado donde cada voto vale uno, no existe un doble voto de presidencia, las decisiones de superintendencia terminan siendo estructurales para la organización del Poder Judicial. Al Gobierno deberían interesarle los fallos y ahí es donde una Corte recurriendo a conjueces de modo permanente podría hacerle ruido.