La noticia de la denuncia de Fabiola Yáñez por violencia de género a su ex pareja y ex presidente de la Nación generó sorpresa y estupor en la sociedad argentina. Sus otrora aliados se despegaron de él, incluida su vice Cristina Fernández de Kirchner, y los millones de votantes expresaron su verguenza en redes sociales.
Las fotos vilmente divulgadas por los medios periodísticos donde Fabiola muestra sus moretones propinados según denuncia por Fernández circularon en todos los medios nacionales e internacionales. Es la primera vez en la historia argentina que existe una denuncia por violencia de género a un ex mandatario nacional.
No es la primera vez que se rumoreen infidelidades o incluso violencia pero sí, la primera oportunidad en que existe una denuncia en la Justicia.
Fabiola Yáñez, brindó una entrevista al medio Infobae donde remarcó que siente miedo y que la hicieron quedarse – en la residencia presidencial de Olivos – cuando ella ya tenía decidida la salida pero por evitar un escándalo se quedó.
Nuevamente la violencia en primer plano demuestra que falta mucho recorrido en material de formación y detección de los mecanismos. No porque la sociedad argentina pudiera hacerlo con Alberto Fernández, ni la propia Fabiola, sino por la importancia – de todos los bandos políticos y no cuando resulte valioso a nivel electoral – de reconocer lo transversal que es la cultura de la violencia.
La olla destapada por Yáñez, la justicia verá las pruebas, pero a priori ya caló hondo en mujeres que hoy son víctimas de violencia. La línea 144, creada por con el fin de brindar atención, contención y asesoramiento a personas en situación de violencia y riesgo, hoy no da abasto.
Milei pasó con la topadora y recortó más de la mitad del personal que solía trabajar en ese área tan importante. De 146 personas quedaron 82.
Ahora es cuando la situación que atraviesa clases, interes, ideologías y favoritismos exige altura del presidente de la Nación para que rectifique su andar y abandone su habitual concepto de «ñoqui» sobre todo aquel que trabaja dentro del esquema del Estado.