Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el Papa llamó a renovar el compromiso de ayudar a quienes sufren, pidió paz ante los conflictos globales y advirtió sobre una economía que “trata a los hombres como mercancía”. Fue su primer mensaje navideño al mundo.
El pontífice impartió la tradicional bendición Urbe et Orbi tras celebrar la misa de Navidad, práctica que no se realizaba desde el pontificado de San Juan Pablo II. Ante unas 26 mil personas reunidas en la Plaza de San Pedro, exhortó: “Que no nos venza la indiferencia hacia quien sufre”.
El mensaje apuntó a una Navidad vivida no solo como celebración religiosa, sino como interpelación ética frente a la violencia, la pobreza y la exclusión.
Pedido de paz y esperanza
La noche anterior, León XIV había presidido su primera misa de Nochebuena. Allí evocó a Benedicto XIV y al papa Francisco al recordar que “no hay espacio para Dios si no hay espacio para el hombre”, y exhortó a “llevar esperanza allí donde se ha perdido”.
“No acoger a uno significa rechazar al otro. En cambio, donde hay lugar para el hombre, hay lugar para Dios”, sostuvo el Papa, al invitar a contemplar el nacimiento de Jesús como la luz definitiva que disipa las tinieblas del mundo.
Durante la homilía, proclamó: “He aquí la estrella que sorprende al mundo. Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.
Crítica a la economía y cierre solemne
El Pontífice denunció una economía “distorsionada” que induce a tratar a las personas como mercancía y remarcó que “Dios se hace semejante a nosotros, revelando la dignidad infinita de cada persona”.
La misa del gallo concluyó con la procesión hasta el altar mayor y la adoración del Niño Jesús. La celebración marcó el primer mensaje navideño de León XIV como sumo pontífice y dejó un fuerte llamado a la paz, la solidaridad y el compromiso frente al sufrimiento humano.




