18 de diciembre de 2025

Qatar 2022, tres años después

A tres años de la final de Lusail, la consagración de la Selección Argentina sigue marcando impacto: consolidó el ciclo Scaloni, coronó a Messi en su última Copa del Mundo y reconfiguró la identidad futbolera de toda una generación, mientras el país mantiene viva la mística de la tercera estrella.

El 18 de diciembre de 2022 no fue solo una fecha: fue el punto de convergencia de décadas de anhelos, frustraciones y, finalmente, una consagración épica, colectiva y definitiva. Tres años después de que la Selección Argentina levantara la Copa del Mundo en el icónico estadio de Lusail, la gesta de Qatar 2022 trasciende la victoria deportiva y se instala como un fenómeno cultural, social y futbolístico de dimensiones históricas.

La final contra Francia —para muchos, la mejor de todos los tiempos— condensó a la perfección el recorrido de la Albiceleste: excelencia técnica, resiliencia emocional y un espíritu de equipo inquebrantable. Desde aquel tropiezo inicial ante Arabia Saudita, la “Scaloneta” mostró una capacidad única para absorber la presión y reinventarse en los momentos decisivos.

Su gestión rompió con el paradigma del “entrenador estrella” y construyó un modelo basado en la confianza, el diálogo y la adaptabilidad táctica. Un cuerpo técnico joven, jugadores que combinaban experiencia (Otamendi, Di María) con la nueva guardia (Enzo Fernández, Julián Álvarez) y una lectura fina de cada partido fueron la fórmula silenciosa y magistral.

Tácticamente, el equipo exhibió una flexibilidad notable. El 4-3-3 como base, el 5-3-2 para enfrentar a Países Bajos, la aparición de un cuarto volante como stopper para reforzar el mediocampo: decisiones que revelaron una madurez estratégica pocas veces vista en la Selección en instancias definitorias. Esa variabilidad fue una de las claves del título.

Si bien el triunfo fue colectivo, la figura de Lionel Messi se elevó al olimpo definitivo. En su quinta y última Copa del Mundo, el capitán no solo fue el máximo artillero del equipo, sino el corazón emocional y futbolístico de la campaña. Pero, a diferencia de otros ciclos, esta vez Messi estuvo rodeado por un equipo que lo sostuvo, lo potenció y lo acompañó hasta el final.

Los cánticos, los abrazos, la conexión íntima con la hinchada: la Albiceleste se convirtió en una representación viva de la pasión y la “garra” argentina, ese intangible que no se entrena pero define destinos.

En el fútbol argentino, la victoria reafirmó la vigencia del talento local y puso fin a una sequía de 36 años, liberando a nuevas generaciones de una presión histórica. Para millones de jóvenes, Qatar 2022 fue la primera experiencia de una Copa del Mundo ganada, un rito iniciático que abrió un nuevo ciclo de identidad futbolera.

En lo social, las celebraciones masivas en todo el país revalidaron al fútbol como articulador de la identidad nacional y motor de unión en un contexto marcado por la polarización. La tercera estrella se transformó en un símbolo de pertenencia transversal.

La tercera estrella en el escudo de la AFA es un recordatorio permanente de que, incluso después de las mayores pruebas, la perseverancia y la unidad pueden conducir a la gloria eterna. Tres años después, la hazaña de Qatar no es un recuerdo nostálgico: es una inspiración viva que sigue latiendo en cada rincón de Argentina y del mundo.